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| Pintura Etruscana que muestra a Hércules rescatando a Alcestis, la noble esposa del Rey Admetus, de Hades. |
La gran pirámide de Giza, una de las más antiguas estructuras monumentales sobreviviente, es un testamento a una de las ideas de la humanidad más duraderas y convincentes: La Vida después de la Muerte. No existe virtualmente ninguna civilización que no haya desarrollado alguna noción de la vida tras el acontecimiento de lo que es la muerte. En la ausencia de evidencia física fidedigna, hombres y mujeres de cada era y cultura han llegado a la imagen del viaje de la vida en donde la tumba es meramente una entrada a una nueva etapa, no a un destino final.
Para los Egipcios, la vida después de la muerte es un viaje, en la compañía del Dios con cabeza de chacal, Anubis, al juicio final del alma. Los Griegos imaginaron un inframundo gobernado por Hades, donde el alma entra al cruzar el río Styx con el barquero Caronte. Ambas, Hinduismo y Budismo, creen que el alma renace después de la muerte, a veces en otra forma humana, a veces en una forma más baja. El cielo es efectivamente un escape de este ciclo de reencarnación, donde ambas religiones ofrecen formas para alcanzarlo y fusionarse con la realidad última.
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| El Dios con cabeza de chacal, Anubis, asiste la momia del artesano Sennedjem |
El islam tiene noción de ambos; el cielo y el infierno. Así mismo el Cristianismo, que agrega un tercer compartimiento en el edificio de la vida después de la muerte. En el siglo séptimo, El papa Gregorio elaboraría la doctrina del purgatorio, la cual para el siglo XIII sería refinada la idea de cierta permanencia de las almas que esperarían eventualmente la entrada al cielo, pero que aún necesitan expiar la culpa de pecados menores. Con el tiempo, tal doctrina proveería un controversial flujo de dinero para la Iglesia, el que consistió en vender "indulgencias" a los fieles, con el intento de reducir el tiempo que sus almas gastarían en el purgatorio.
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